Mientras Lao Tzu viajaba con sus discípulos, llegaron a un bosque donde varios leñadores talaban árboles. El bosque se había reducido apenas a un gran árbol con centenares de ramas. Era tan grande que cien personas podían sentarse cómodamente bajo su sombra. Lao Tzu les dijo a sus discípulos que preguntaran por qué ese árbol no había sido talado. Uno de los leñadores contestó: «Es inútil. No se puede hacer nada con él porque las ramas tienen demasiados nudos. Tampoco se puede usar como combustible porque el humo es peligroso para los ojos. Este árbol no sirve para nada, por eso no lo hemos cortado”. Cuando los discípulos le contaron la respuesta del leñador, Lao Tzu se rió y dijo:
«Sean como este árbol. Si son útiles, los cortarán y servirán como muebles en la casa de alguien. Si son hermosos. los venderán en el mercado. Sean como este árbol, absolutamente inútiles, y entonces crecerán grandes y con muchas ramas, y cientos de personas se refugiarán bajo su sombra”.

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